Ma'keli es un planeta en el que conviven muchísimos dioses. Sin embargo, a raíz de un hechizo de Jigen, pisar el planeta para ellos es peligroso, puesto que las consecuencias son realmente nefastas y tarde o pronto acaba afectando de algún modo y otro en su futuro más cercano, bien psicológicamente o bien físicamente. En cualquier caso, debido a ello, la mayoría no aparecen en Ma'keli para no jugársela.
Aunque la existencia de los mismos es real, muchos requieren que la gente crea en ellos y los adore para que su poder exista y se mantenga. Algunos otros, en cambio, siempre se mantienen perennes. A medida que ha ido pasando el tiempo y por culpa de la magia caótica se ha ido perdiendo la mayoría de los dones que otorgaban a sus creyentes y muchos se perdieron para no volver.
Aun con todo, Kuron ha conseguido que algunos de los dioses colaboren, si bien con muchísimas condiciones y llevará tiempo que sus dones vuelvan a manos de aquellos que creyeron en ellos. El tiempo y los descubrimientos que hagan en Berilos permitirá que, con el tiempo, existan más de estos dones que permitirán a sus adeptos obtener alguna ventaja puntual, bien como una habilidad momentánea o bien como algo secundario.
Por supuesto, y como no, los dioses son muy exigentes. Conseguir esos dones no será fácil y, aun obteniendo la iglesia, muchos de ellos exigirán a los jugadores que superen unas pruebas o bien realicen una serie de misiones para demostrar que son dignos de obtener su beneplácito. Una vez obtenido, además, deberán seguir sus creencias. Eso significa que a partir de entonces deberán tener muy en cuenta sus lecciones e inculcarlas en sus vidas; incumplirlas comportará a perder su don y tendrán que volver a empezar. Los jugadores no pueden ser devotos de varios dioses. O uno, u otro. Y podrán elegir iniciar ese camino dependiendo de la situación: o bien el propio jugador cree que su personaje se puede alinear a una iglesia u otra (en cuyo caso deberá informar a narrativa para preparar dicho pergamino) o bien, una vez terminada una aventura, se le ofrecerá la posibilidad de volverse seguidor de dicho dios. En cualquier caso, es conveniente saber que ser devoto de uno u otro condiciona en parte su estilo de vida y no todos los personajes están hechos para poder soportar semejante peso sobre sus hombros. No es una elección que puedan tomarse a la ligera: tienen que creer firmemente que podrán servir a los designios de ese dios.
Actualmente existen tres iglesias que tienen la suficiente fuerza para que se les obtenga su beneplácito. Con el tiempo habrá más. Puedes consultar la lista de los dioses disponibles actualmente en la guía.
LA IGLESIA DE IZANAMI:
Aunque Izanami representa la muerte, también encarna al renacimiento y al ciclo de la vida: todo lo que nace vuelve a ella y repite cuando las almas están dispuestas a volver al mundo terrenal, perdiendo sus memorias para adquirir nuevas experiencias que fortalezcan el espíritu. El yomi es un lugar que tiene un frágil equilibrio: la llegada y marcha constante de almas lo mantiene estable. Cuando ese equilibrio se rompe también le afecta al yomi: una llegada excesiva de almas puede destartalarlo y la carencia implica que hay demasiados perdidos en el mundo real que pueden acabar convertidos en fantasmas o en monstruos.
Aquellos que adoran a Izanami obtienen un don: pueden coger el cuerpo de alguien que haya fallecido recientemente y poder ver sus últimos minutos de vida, tal vez de forma algo traumática, antes que el cuerpo desaparezca para siempre. La habilidad falla si la persona murió de manera natural, si fue hace mucho tiempo o si el alma de esa persona se encuentra atrapada, así como si está convertida en un monstruo. En estos casos su obligación es arreglar el desastre para que el alma viaje hasta el Yomi. Si necesita captar a dicha alma puede usar los sellos que lo detienen temporalmente y le permiten realizar el ritual necesario para enviarlo a brazos de la muerte.
Izanami, sin embargo, pide algo a cambio: matar no debe ser nunca una opción, solo cuando es absolutamente necesario, es decir, cuando hay que elegir entre tu vida y la de la otra persona y hayas probado formas de disuadirlo. Y por otro, la obligación de estar atento a las almas y todos sus asuntos. No es que a Izanami le convenza mucho la idea de nigromantes controlando cuerpos con un alma atormentada dentro, aunque no lo parezca.
LA IGLESIA DE KURON:
Kuron representa las estrellas, las constelaciones y la oscuridad de Ma'keli. Es el refugio de muchos, el sitio donde van a descansar para volver a empezar y volver a la luz. La oscuridad es tan necesaria como la luz: en ocasiones es la tristeza que luego lleva a la felicidad o en ocasiones es la intimidad que ayuda a una persona a reconfortarse. Y si necesita guía, las estrellas son los puntos de luz que alcanzar, la luz que necesita y que demuestra que, incluso en tiempos más oscuros, siempre hay esperanza para salir adelante. Por eso también considera que ese equilibrio es importante: si no hubiera oscuridad se impondría el orden hasta convertirse en tiranía; si solo hubiera oscuridad, la vida se apagaría hasta consumirse como una vela.
Aquellos que adoran a Kuron obtienen un don: sus habilidades físicas se potencian cuando llega la noche o cuando se encuentran en un sitio oscuro, pero también tienen la capacidad de pedir visiones a las estrellas que les ayuden a avanzar en su vida. Es un ritual complicado que requiere del dibujo de sellos, velas y mucha concentración, y no siempre puede funcionar. Pero los adeptos de Kuron no desesperan: el entrenamiento es clave y cuanto más se dedican a ello, más fácil les es a posteriori.
De la misma manera que Izanami, Kuron exige algo a cambio: la protección de los hadares. Si en algún momento se enteran de un hadar que está siendo maltratado deben informar y encontrar la forma de liberarlos, de la misma forma que hacen algunos ayshanes. Además, deben respetarlos y honrarlos: maltratar o responder de mala manera a un hadar implica la pérdida de su don y de su protección. Y por desgracia Kuron no es de los que perdonan con facilidad. Además, es muy exigente por cómo se debe actuar.
LA IGLESIA DE LUCIS
La fe de Lucis es la religión mayoritaria de Lumen, y de su raza local los Lumien. A diferencia de otros dioses que son seres altamente poderosos, a Lucis se le representa habitualmente como una pequeña llama que trae la luz a la oscuridad, pero que es frágil y amenaza con extinguirse en cualquier momento.
La religión de Lucis pide a sus practicantes que realicen buenas obras de caridad, pues eso mantiene al dios sano y permite que sigua siendo un foco para todos aquellos que necesitan guiarse en la oscuridad. A su vez, las acciones egoístas que traigan miseria a los demás debilitan a Lucis, y son muy mal vistas por los miembros de la religión.
Aquellos que se adentran en la fe de Lucis pueden ser bendecidos con el “poder lumínico”, un tipo de magia blanca que permite realizar algunos actos sobrenaturales. Los más comunes son la creación de campos de fuerza, la invocación de armas personales, especialmente en casos en que se requiera defender a otro, la sanación de heridas con magia, e incluso, en los más adeptos, cortos impulsos de movimiento extremadamente veloz.
Esos dones no son gratuitos. El seguidor de Lucis debe seguir una rectitud en sus acciones, interviniendo allí donde pueda ayudar y ofreciendo su mano a aquellos que requieran auxilio o caridad. Cuánto, cómo, y qué se considera caridad puede cambiar según la denominación exacta de esta antigua y compleja religión, pero se espera que apliquen un buen juicio.
LA IGLESIA DE INARI
Inari es la deidad oriental de la fertilidad, el arroz, la agricultura, los zorros, la industria y el éxito en general, por lo que es muy normal que se la venere más por la región del continente de Tirä Kadime. Suele representarse como una deidad masculina, femenina o andrógina, y se la considera la hija de la diosa de la muerte Izanami y el dios de la vida Izanagi. Los kitsunes se consideran, a menudo, sus mensajeros, aunque solo los que se encuentran vinculados a ella. Y dada la gran cantidad de kitsunes que existen en el mundo es bastante normal encontrar templos de ella alrededor del mundo si bien muchos en Berilos sucumbieron bajo el agua. Kuron es uno de los pocos kitsunes semidioses que no obedecen a Inari, pero no entran en conflicto.
Los que se adentran en el poder de Inari pueden ser beneficiados con dones que les ayuden a mantener sus cosechas abundantes y libres de plagas, además de nutritivas, lo que mejora la calidad de vida suya y de los de su alrededor. También puede mejorar su fortuna (una vez al día pueden pedir a narrativa, en un punto complejo de la trama, que la suerte gire a su favor) para salir de momentos de la vida que puedan apretar las tuercas de sus sirvientes. Por último, y no menos importante, pueden ver la mayoría de sus heridas sanar en los templos dedicados a Inari. De hecho los más devotos pueden ver alargada su esperanza de vida o conseguir incluso tener los hijos que el destino les negó.
Igual que los anteriores estos dones tampoco son gratuítos. Los seguidores de Inari no pueden beneficiarse exclusivamente de los resultados obtenidos por dichos poderes. Por ejemplo, no pueden quedarse el total de las cosechas, si no que deben compartirlas; de la misma forma girar la fortuna a su favor tiene que tener efectos colaterales positivos en los que les rodean. Los que rompan esas normas, además de perder la visión de Inari, verán sus cosechas pudrirse y su fortuna se torcerá, pudiendo incluso perder a aquellos que aman en terribles enfermedades.